3/15/2006

Agua


La historia transcurre en 1938, en la India colonial, en pleno movimiento de emancipación liderado por Mahatma Gandhi. Según las creencias hindúes, cuando una mujer se casa, se convierte en la mitad del hombre. Por lo tanto, si él muere, se considera que la mitad de la esposa ha muerto. Los libros sagrados dicen que una viuda tiene tres opciones: Casarse con el hermano más joven de su marido, arder con su marido o llevar una vida de total abnegación. Se celebra una boda que bien podría ser un entierro: casan a Chuyia (Sarala), una niña de 8 años, con un moribundo que fallece esa misma noche. Se quema su cuerpo en la orilla de un río sagrado y Chuyia se prepara para el destino que han escogido para ella. Se le afeita la cabeza e ingresa en un ashram para viudas donde deberá pasar el resto de su vida, convertida en un altar viviente consagrado a la memoria del fallecido. Pero el ashram, gobernado por una especie de enorme gárgola llamada Madhumati (Manorma), es una farsa que controla la vida de las reclusas. El chulo local le trae ganja (marihuana), que fuma con placer, y ella le entrega a las viudas más jóvenes para que se prostituyan hasta que pierden su atractivo y dejan de ser lucrativas. El agua es una constante en la película, no sólo como metáfora, sino también como instrumento. A la orilla del río, Kalyani (Lisa Ray) conoce a Narayan (John Abraham), un joven idealista seguidor de Gandhi, hijo de brahmanes, la casta social más alta de la India. Estudia derecho, está entusiasmado con la revolución social pregonada por Gandhi y más que dispuesto a rechazar los límites impuestos por una tradición secular. Con Chuyia actuando como mensajera, su imposible relación empieza a florecer.

El reparto coral de mujeres en la casa de viudas es excepcional: intimistas, dolidas, heridas, envidiosas, corruptas, tiernas, duras. El fluido lirismo de la cámara contrasta extrañamente con las áridas dificultades de las vidas de los personajes. Es una película con comentarios serios acerca de la aplastante situación vivida por las mujeres sometidas a religiones y dogmas sociales atrofiados. Tiene la gran cualidad de contar la historia desde el interior de sus personajes, sacando el drama humano y conmoviendo el corazón de modo inolvidable. La directora estaba en Varanasi dirigiendo un episodio de "Las aventuras del joven Indiana Jones", una serie de televisión de George Lucas. Por la mañana, solía pasear por la orilla del Ganges. Entre los peregrinos había viudas hindúes condenadas a una vida de privaciones por culpa de unas creencias desfasadas. Venían a Varanasi a morir. Si morían en la orilla del río sagrado, tenían la salvación asegurada. (Yahoo Cine)

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